Es el instruido maestro Liendre que de todo sabe y, además, entiende

No lo dude. Conozca al especialista más desconocido de la sociedad. Ser extraño, donde los haya, que se alimenta de las etéreas palabras. Ser que aspira a vivir en bibliotecas de ensueño, donde los libros se abren a mundos infinitos, y la lectura lo encierra en la plácida cárcel del tiempo. Fiel entusiasta por conocer su lengua y cultura, u otras, entre páginas.  Orador y escritor perfeccionista. Es el instruido maestro Liendre que de todo sabe y, además, entiende. A grandes rasgos, así es el filólogo, el culto bicho raro.

Más lejos de ser el típico profesor de Lengua, Inglés o Francés de su hijo en la escuela, el filólogo es algo más que eso. Sus conocimientos le validan para ser un fiel defensor de la cultura, a la hora de preservar sus valores y manifestaciones, sobre todo, la literaria. Además, su formación le posibilita para dar asesoramiento lingüístico y cultural a empresas del sector editorial, turístico, periodístico, informático o administrativo. A sus méritos, habría que sumarle su intervención en patologías del lenguaje y peritajes en lingüística forense.

Por eso, y a pesar de esta crisis, la filología puede experimentar un beneficioso provecho. Demos una oportunidad a los filólogos, a las palabras. Hoy, más que nunca, importa saber hablar y comunicar con eficacia en la empresa. No sólo hablar para estrechar relaciones en el ambiente laboral sino también a la hora de vender un producto en el mercado. Valoremos, por tanto, el poder de las palabras. El filólogo puede comunicar nuevos retos en este mundo globalizado.

Weduvi con el colectivo de filólogos, especialistas de la palabra y la comunicación